Educación y bienestar emocional
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SOMOS

 Educación y bienestar emocional

Tenemos dos mentes, una mente que piensa y una mente que siente.

Daniel Goleman

La Real Academia Española de la Lengua define palíndromo como <<Palabra o frase cuyas letras están dispuestas de tal manera que resulta la misma leída de izquierda a derecha que de derecha a izquierda.>>, y me parece terriblemente poético, a la par que acertado, que la palabra “somos” lo sea. Porque no podría ser de otra manera.

El somos nos incluye primeramente a ti y a mí. Pero no solo a ti y a mí, también a mí y a ti. Y aunque esto, a priori, pueda parecer una redundancia, no debería serlo. Piénsalo bien; a veces somos tú y yo, pero también hay veces en las que somos yo y tú. Esto es gramaticalmente incorrecto, pero emocionalmente saludable y necesario. Pero también nos incluye a nosotros/as. Y al vosotros/as y yo; o al yo y vosotros/as, según se mire. Y es que el somos debe leerse, verse, interpretarse y sobre todo sentirse en todas las direcciones posibles. Lo que sí es cierto es que en este palabro nada ni nadie se queda fuera.

Este palíndromo es magia pura en un aula. Sin embargo, tiende a perderse entre las vicisitudes del día a día en el que el personal docente se encuentra inmerso. En ocasiones se nos olvida, y en otras tristemente nunca lo aprendimos, que lo más importante, por encima de la suma, la ortografía o el relieve español, es el amor.

El amor, es sin lugar a dudas, el motor más poderoso para generar emoción tanto en la persona en sí misma como en los demás. Y la emoción es la clave para el aprendizaje.

La mente humana se divide en tres partes: la cognición o el intelecto, la motivación o volición (voluntad) y el afecto o la emoción (Hilgard, 1980; Pérez-González, 2010). Si bien las tres están relacionadas entre sí y se influyen mutuamente, hoy en día tenemos suficiente constatación científica de que el subsistema que prima sobre los otros dos es el afectivo, imponiéndose y condicionando al pensamiento y a la motivación (Bisquerra, Pérez-González, García Navarro, 2015)

Tal y como sostiene el doctor Francisco Mora (Mora 2008), las emociones mantienen la curiosidad y, con ello, el interés por el descubrimiento de lo nuevo. Además, sirven para almacenar y evocar memorias de una manera más efectiva. Así pues, tanto las emociones como los sentimientos son mecanismos que juegan un papel importante en el proceso de razonamiento.

Es más. el Instituto HeartMath lleva años investigando y evidenciando la relación que existe entre el cerebro emocional y el corazón. Se ha encontrado una red semiautónoma de neuronas que unen lo que ellos denominan “cerebro del corazón” con el cerebro propiamente dicho, de modo que ambos órganos se influyen mutuamente a cada instante (Ibarrola, 2013)

Son miles las fuentes científicas no solo que avalan, sino que han demostrado desde diversos campos diferentes y bajo diferentes estudios la abrumadora realidad: no puede existir una escuela donde no se lleve a cabo una correcta educación emocional.

Comenzar a enumerar todo lo que debería cambiar para que esto pudiese llevarse a cabo de forma satisfactoria parece casi inabarcable, desde la propia legislación, pasando por una mentalidad arraigada y enraizada en una escuela que parece parada en el tiempo desde hace décadas y que se niega a avanzar, como un gran sistema de engranajes oxidado que pese a todo sigue girando. Pero los grandes cambios comienzan con pequeños pasos, y está en nuestras manos docentes comenzar este camino, aunque el engranaje siga oxidado y continúe girando en sentido único.

Hay muchísimas formas de empezar; la primera de ellas es darte cuenta de que necesitas hacerlo. Asumir que puedes sumar a la que ya de por sí es una gran labor docente es el primer gran paso. ¿Lo has hecho? ¡Enhorabuena! ¡Eres genial! ¿A que sienta bien? Lo siguiente es, si es posible, formarte. Afortunadamente tanto la educación como la inteligencia emocional están en auge y hay una oferta formativa cada más amplia y de calidad.

Puedes encontrar cursos, jornadas o encuentros en los CEP de tu provincia, y también hay varios institutos de referencia como el FEEM (Formación en Educación Emocional y Bienestar) con el Dr. Rafael Bisquerra o el Instituto Enric Corbera de Bioneuroemoción. además de infinidad de cursos de especialización en universidades y posgrados y masters, congresos, etc. Además, dispones de vídeos, artículos y, cómo no, una amplia bibliografía. Con una búsqueda rápida en algún buscador de internet encontrarás una amplia oferta y podrás escoger la que más se adapte a ti.

Pero descuida, es más que probable que ya realices más cosas de las que piensas. Quizá simplemente debas dedicarle más tiempo o más atención, o tal vez enfocarlas de otra manera. Por ejemplo, ¿sabías que un abrazo a partir de los ocho segundos alivia el dolor y baja los niveles de cortisol (la hormona del estrés)? Y no lo digo yo, lo afirman doctores como Paul Zak o Marian Rojas Estapé. Parece sencillo, ¿no? A partir de ahora los abrazos… ¡larguitos! Pero, ¿cuándo abrazar? ¿Cuándo se caen? ¿Cuándo lloren? ¿Cuándo ellas/os te abracen a ti? Por supuesto. Pero también diariamente. Abraza a tu alumnado diariamente. Pero, ¡ojo!, hay muchas maneras de abrazar. No siempre un abrazo al uso es lo que nuestro pequeño/a necesita o requiere, no todas las personas somos iguales y hay quienes no desean un contacto físico tan intenso ni de forma tan asidua, ¡respetémoslo! Abraza con una caricia. Abraza con una mirada. Ay, las miradas. ¿Te has parado a pensar alguna vez cuánto tiempo invertimos en mirar con atención, cariño y amor a nuestro alumnado a los ojos? Mirarles directamente, con ternura, con orgullo, transmitiéndole la seguridad de que estás ahí, que es tan especial para ti como tú lo eres en su vida. Es como aquello de pararse a oler las flores cuando paseamos.

Me diréis que no hay tiempo, que la espada de Damocles pende sobre nosotros/as. Me consta la marabunta de burocracia, las ratios inabarcables, la escasez de recursos, la falta de personal. Pero yo te pido que reflexiones un segundo: todo lo que te desgasta y te consume como docente va a seguir ahí y no está en tu mano que cambie o desaparezca; hacer mejor tu día a día y el de tu alumnado sí. Seamos proactivos con nuestra propia felicidad. Seamos responsables con la de nuestro alumnado. Voy a ofrecerte, además de los abrazos gordotes y larguitos, y las miradas cargadas de ternura, dos herramientas sencillas más que puedes poner en práctica desde ya en tu aula.

Según la prestigiosa revista National Geographic, se han detectado cinco hábitos que se pueden asumir para segregar serotonina, endorfinas, dopamina y oxitocina (en pocas palabras, las hormonas que te hacen sentir más feliz) entre las cuales se encuentran (¡oh, sorpresa!) “dar y recibir abrazos”, “hablarse a uno/a mismo/a en positivo” y “ponerles nombre a las emociones”. ¡Partamos de aquí!

Qué importante es el lenguaje. Lo que decimos y sobre todo cómo nos hablamos influye hasta casi determinar nuestro autoconcepto, nuestra autoestima y nos condiciona.

¿Sabéis lo que son las neuronas espejo? Exacto, son un tipo de neuronas que se activan cuando se ejecuta una acción, se la observa llevar a cabo o se tiene una representación mental de la misma. Seamos, pues, un ejemplo de autocuidado emocional para nuestro alumnado. Hablémosnos con compasión, con paciencia, con respeto y con ternura. Hagamos, sobra decirlo, lo mismo con nuestro alumnado. Y lo que es fundamental: enseñémosles ese lenguaje de autorrespeto, de amor propio, de autocuidado, que les lleve a desarrollar una imagen positiva y compasiva de sí mismos/as que desemboque en la empatía y el cuidado de sus iguales. A amar también se aprende, enseñémosles cómo se hace amándoles a ellos/as.

Pero, para poder amar, hay que saber que se está amando. Para ello es imprescindible ser capaz de ponerle nombre a las emociones, es decir, desarrollar la inteligencia emocional. Esto es fundamental. Un niño o una niña necesita aprender a diferenciar las diversas emociones que siente a lo largo del día y poder nombrarlas. Tener la capacidad de otorgar un nombre a una emoción nos ayuda a regularla, a ordenarla dentro de nosotros/as, a buscar en nuestra memoria situaciones en las que ya hemos sentido esa emoción para así recordarnos a nosotros/as mismos/as que la emoción es algo cambiante y que forma parte de un momento concreto; que está en nuestras manos, sin o con la ayuda de otra persona, poder gestionarla. Saber poner nombre a una emoción nos ayuda a pedir ayuda. Dediquemos parte de nuestro tiempo a trabajarlas con el alumnado. Disponemos de muchos materiales a nuestro alcance para ello: cuentos, vídeos, libros, materiales sensoriales, proyectos, juegos de mesa, juegos de rol, etc., de nuevo, a un solo clic de distancia.

Y, por último, y quizá por ello más importante: que ni un solo día pase sin que les digáis cuánto les queréis y lo orgullosos y orgullosas que estáis de ellos/as. Pero no en general, que también. Sino a cada uno/a. Aprovechad ese abrazo, o esa mirada. Aprovechad cuando os traen la tarea o les dais los buenos días. Hay tantísimos momentos… no desaprovechéis ninguno. Pero no vale solo con decirlo, tenéis que hacérselo sentir. Y aquí me remito a lo anterior: al contacto físico, al lenguaje, a las miradas. Sus corazones se llenarán, pero es que los vuestros se van a desbordar.

Podría concluir con un “el futuro de la sociedad está en nuestras manos”, pero hay otra verdad que me abruma aún más: “el presente de nuestros niños y niñas está en nuestras manos; su felicidad, su bienestar, depende en gran medida de nosotros/as. Mucho más de lo que nos paramos a pensar, de lo que somos realmente conscientes. Tomemos las riendas de una vez, tenemos la capacidad, tenemos los recursos, que no sea porque nos falte corazón.

Y es que, sumergidos como estamos de lleno, indiscutible e irrevocablemente en la era de la IA (Inteligencia Artificial), donde el mundo, su cultura, su saber, sus rincones e incluso su gente parecen diluirse sin remedio en la inmediatez y la soledad de una pantalla, cabe preguntarse si la revolución que las aulas tanto necesitan desde hace ya demasiado tiempo tiene más que ver con lo digital, o si deberíamos aprovechar esta coyuntura tan brutal con la que nos ha tocado lidiar para llenar las aulas de besos, abrazos, te quiero y miradas cargadas de ternura. Que la verdadera revolución sea el amor.

He aquí mi secreto, que no puede ser más simple: solo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible a los ojos.

Antoine de Saint-Exupéry

María Ferrer Calvo. Profesora de Primaria del CEIP Costa Oeste (El Puerto de Santa María). Nominada Premios Educa Abanca 2024. Mejor docente de España.